domingo, 14 de noviembre de 2010

Tres días en Bogotá

Estaba tras el mostrador. Era menuda y solo dijo: "¡Siguiente!". Apurado seguí en la línea hasta el puesto vacante y añadió con una sonrisa: "¿Soy tan chiquita?. ¡Bienvenido a Colombia!".

Ella era una de las encargadas de migración en el Aeropuerto Eldorado, en Bogotá, su expresión era normal. Yo estaba en la cola para hacer el ingreso y no había visto que su estación estaba disponible y tomó a este despiste con un poco de humor. Tomó mi pasaporte, preguntó el motivo de mi viaje y tras un intercambio de palabras sobre el vuelo agregó: "Bienvenido, disfrute de Colombia y ayúdenos a traer a más turistas" y estampó en la libreta el sello de ingreso. Así comencé mi primera estadía en la capital colombiana: con una sonrisa.

Salí a la calle y lo primero en mente fue el frío de la ciudad, un viento frío con una llovizna que no daba buen augurio del viaje y que parecía una continuación de los 10 días mal clima que habíamos tenido (en la última semana de septiembre) antes de mi viaje en San Salvador y que también había experimentado en la escala por San José.

La llovizna se disiparía más tarde, pero el frío me acompañaría en la estadía de poco más de 72 horas por una de las capitales más acogedoras que he conocido.

Bogotá es una ciudad alargada que se extiende en una sabana en la Cordillera Occidental de Los Andes, en una altura que ronda los 2,630 msnm y que parece custodiada por Monserrate, un cerro visible casi desde cualquier punto de la urbe (con una elevación de 3,152 msnm) donde se encuentra el santuario católico del mismo nombre, al que visité a pocas horas de partir.

El viaje comenzó con la visita obligada al distrito turístico. Los bares y restaurantes en "La Zona T" tienen un gran ambiente desde el miércoles. La rumba está a la orden y se cuela por las aceras, incluso por las calles peatonales donde ahora se exhibe una amplia colección de portadas de discos de vinilo de los interpretes de Vallenato. El primer día terminó pasada la medianoche. 

Bogotá es una ciudad para caminar y para viajar en Transmilenio, su sistema de buses articulados que cubren a la ciudad.  La red está cerca del colapso, pero es un sistema de bajo costo, seguro y continuo que no hace que uno extrañe el sistema tradicional. Las autoridades ya planean construir un metro.

Tras la primera noche en la "T", el segundo día fue para conocer el centro histórico. Simón Bolivar es la imagen dominante del parque central que tiene como vecinos a la Catedral, el Congreso y la Alcaldía Mayor de Bogotá. 

Museos como el del Oro son visitas imperdibles en la visita pero hay más. A las 4:00 de la tarde, frente al Palacio de Nariño (Casa de Gobierno) se da el cambio de guardia y el desfile militar se abre para los turistas. Todo a la sombra de una de las primeras torres de observación astronómica del continente.

El camino sigue y se llega a la zona bohemia, un lugar lleno de pequeños bares y cafés en la frontera invisible de la ciudad moderna y la colonial. "La Candelaria" es especial, los bares son pequeños y decorados con velas, tabacos, fotos viejas y en casas antiguas que dan un aire especial a la estadía. La música completa la atmósfera.

Uno de los infaltables en esas rondas es el "canelazo", una bebida caliente que ayuda a soportar el frío de la ciudad y que tiene como base canela, limón, aguapanela y aguardiente. Pasado el atardecer el frío bogotano se hace sentir. De día la temperatura ronda entre los 12 y 17 grados centígrados, pero esa noche el mercurio cayó a 8 grados y en la madrugada a menos de cinco.

Los pasos de un viernes inevitablemente lo llevan al "Septimazo". Un megamercado que aparece de la nada en una de las vías más transitadas de la ciudad: Carrera Séptima.

Esta calle describe muy bien el sentido de ser colombiano. De día es una frenética vía donde se concentra una buena parte del tráfico, incluso tiene el mercado callejero de esmeraldas más grande del mundo. No tomé fotos porque no son muy bien vistos los turistas con cámara en mano, pero pude ver el especial brillo del verde esmeralda sobre una página de papel y la inconfundible frase: "¡Vea hermano, a buen precio!". Sin mucha plata en la bolsa solo queda decir "no gracias" y seguir derecho.

Desde las 5:00 de la tarde en un área desde la Plaza Bolívar hasta la Calle 26 se activa el "Septimazo". Se corta la circulación vial y comienzan a surgir las más variadas actividades desde los sindicalistas que montan una tarima y mezclan música rock con consignas sindicales hasta las clases callejeras de salsa, merengue y tango que toman por asalto una vía donde puede encontrar, por muy bajo precio, alimentos, bebidas y un gran número de productos artesanales y chinos que son gritados a viva voz a la masa de gente que camina con dificultad entre negocios y espectáculos.

La Torre Colpatria corona el evento que semana a semana atrae a familias completas, turistas y parejas que llegan a divertirse. Antonio, mi guía en esta ciudad explica: "antes si venía la Policía a ordenar, ahora todos  saben". Y sí que saben, dentro de todo uno puede moverse tranquilo por este megamercado. Con un poco de dinero y disposición a comer lo que encuentre en los carritos puede probar las famosas arepas, morcillas, pinchos, frutas, carnes, embutidos y una larga lista de platos de la gastronomía local. No faltan los canelazos y otras bebidas para soportar el frío.

La cenicienta del "Septimazo" no aparece a la medianoche. La vía es reabierta a las 10:00 y a esa hora todos saben que ocurrirá, claro, no queda ni una zapatilla encantada ni nada por el estilo pero si algunos comerciantes que buscan extender por un rato más su negocio en las aceras de una calle que comienza a recibir tráfico.

Antonio me explica que este proyecto nació hace un par de años y fue pensado como una solución para los vendedores informales que en un solo día buscan hacer el negocio de la semana y por la cantidad de gente que llega quizá algunos sí lo logren.

A las 10:00 el tráfico es reabierto por un par de motocicletas de la Policía, detras vienen los primeros autos y un ejército de trabajadores municipales que comienzan a limpiar la calle. Así termina el "Septimazo".

Si bien los viernes son un símbolo para la ciudad es más importante su santuario Monserrate, una capilla católica donde se venera a la Virgen Morena de Monserrate y al Señor Caído y a donde se llega en teleférico o funicular.

La vista desde este punto de la ciudad es impresionante. La altura hace ver muy cerca a las nubes, incluso se escucha un ruido muy parecido al de la turbina de un jet por la corriente de aire que pasa sobre el cerro. Arriba amenaza con lluvia, abajo se ve la ciudad soleada.

Conocí a Bogotá y la disfruté. Es una ciudad enorme con muchos de los problemas de otras urbes en Latinoamérica, pero si deja la sensación de que ha logrado hacer varias mejoras. 

Transité por áreas donde no era recomendable sacar una cámara, caminé por algunos de sus mercados informales y descubrí por primera vez el empuje de una capital suramericana y sí, el riesgo es que quiero volver.

Saludos a Antonio, un gran amigo que fue mi guía por Bogotá.


Sitios con información adicional:

Nota: Esta entrada es la que tiene más fotos y fue un poco difícil la elección.
Posts en camino: Tesoros mayas, Día Nacional de la Pupusa y El Salvador del Mundo.


La estatua de Simón Bolivar en el centro histórico de Bogotá.
Al fondo, la fachada de la sede del Congreso.

El teleférico que lleva a Monserrate donde está el santuario del
mismo nombre. Está a unos 3,000 msnm. Abajo está Bogotá.
La columna vertebral del transporte bogotano es TransMilenio, los
buses articulados tienen carriles exclusivos. A la izquierda, parte
de la enorme flota de taxis de la ciudad. 
San Francisco de Asis en la Iglesia del mismo nombre.

El centro financiero de Bogotá. Al fondo, la sede de la Bolsa
de Valores de Colombia.
La gaseosa Colombina es la tradicional que sabe un poco como nuestra
Kolashanpan. Acá acompaña a un plato de hígado con papas.
Los cocteles de fruta con queso y leche condensada. Otro que
no está en la foto es el salpicón.
De camino por Monserrate. Acá funciona un monasterio 
Monserrate domina el paisaje bogotano. Imperdible la foto
con la panorámica de la ciudad.
Pasillo interior del santuario de Monserrate. El lugar fue
construido en 1640 para venerar a la Virgen  Morena de Monserrate.
El Señor Caído de Monserrate es la imagen principal del santuario.
Es obra del escultor colombiano Pedro de Lugo y Albarracín.
La antigua sede del periódico El Tiempo. Ahora tiene los estudios
de un canal de televisión.
El "néctar" es una de las  marcas de aguardiente más conocidas
de Colombia. Una gran ayuda contra el frío de la sabana.
La Romana es uno de los cafés de  más tradición de la capital.
Postobón y Colombina, gaseosas locales.

El café colombiano es uno de los mejores del mundo. Si bien
hay cafés por toda la ciudad el más famoso es Juan Valdez.
Arepas  en un puesto en el "Septimazo", hay de varios tipos.
Las de las fotos se ven y saben parecido a las pupusas.
La Torre Colpatria vestida con los colores de la bandera.
Actores populares en el "septimazo". Los viernes el comercio
y todo tipo de expresiones culturales se toman la Carrera Séptima.
Café en La Candelaria. La barra está decorada con hojas
de tabaco.
El frío bogotano desaparece al entrar a los bares.
Bogotá colonial y moderno. Al fondo edificios de oficinas.
Destaca que las nuevas edificaciones son de ladrillo rojo.
El centro gubernamental tiene estricta seguridad. En la foto,
una parte del Congreso de la República.
El cambio de guardia presidencia en el Palacio de Nariño es
todo un espectáculo marcial con bandas y tropas con trajes
especiales.
Esta foto es en la entrada del recinto ferial más grande de
Colombia, propiedad de la Cámara de  Comercio de la ciudad.
La Casa de la Cerveza. La producción de cerveza artesanal es
muy extendida en este y otros negocios de la Zona T e incluso
en centros comerciales como Gran Estación.
Rubias, morenas y rojas. Cervezas para todos los gustos, pero
los menús no discriminan y una de las estrellas es el aguardiente.
El arco domina la entrada de Corferias.
Esto es en el centro de la Ciudad, cerca del Banco de la República
y de oficinas ministeriales.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola, yo tuve la oportunidad de visitar "La Nevera" de surdamérica en el 2007. Gracias por las fotografías, me trajeron lindos recuerdos.