lunes, 1 de noviembre de 2010

Los buenos deseos van al cielo

Hoy es 1 de noviembre, el calendario de la iglesia católica dice que es el Día de Todos los Santos, es la víspera del Día de los Difuntos. En conjunto ambas jornadas marcan uno de los momentos más importantes en el calendario latinoamericano donde las tradiciones de culturas americanas y europeas se mezclan y crean interesantes expresiones populares que incluyen comidas y bebidas especiales, muchas de ellas en ritos relacionados con la muerte, algunos celebrados en los mismos camposantos donde miles acuden a recordar con oraciones, música y flores a aquellos que partieron antes que nosotros.
El año pasado, en esta fecha, estuve en Guatemala y en compañía de tres grandes amigos viajamos a Sumpango, un poblado al norte de Ciudad de Guatemala, donde el Día de Todos los Santos es muy colorido.
Sumpango es uno de los dos poblados del departamento de Sacatepequez donde el día de los difuntos es intenso, donde los fieles no solo adornan las tumbas de sus parientes, sino que también elevan plegarias con mensajes que suben al cielo en forma de barriletes (pizcuchas o cometas).
El festival de los barriletes gigantes es uno de los eventos más grandes a los que he asistido a Guatemala. Las calles del poblado no dan abasto para recibir a los miles de turistas locales y extranjeros que acuden a ver los trabajos artísticos que realizan particulares y comunidades organizadas.
Si bien las calles lucen llenas toda la atención se centra en un punto: el camposanto.  El festival de Sumpango se desarrolla a un costado del panteón y tiene todo para ser una fiesta. Es tal su magnitud que la exposición de los barriletes se hace en un explanada en la cima de un cerro, un espacio que calculo es mayor al de dos canchas de fútbol.
El lugar es especial no solo por sus dimensiones, sino por la actividad que concentra cada 1 de noviembre. Las ventas de comida están alrededor del recinto, hay música y decenas de vendedores ambulantes caminan ofreciendo un sinfín de artículos, desde molinos de viento con forma de mariposas o chapulines colorados, barriletes de manufactura china y juguetes para los pequeños que caminan aferrados a sus padres en un "mar de gente".
Alrededor del campo también hay graderíos. Los asistentes no dejan de llegar pero el lugar es insuficiente. Hacia e final de la tarde, luego de que competencias para elevar a los barriletes -que por su tamaño se vuelve más complicad- se sirve el plato principal: la exhibición de los barriletes gigantes, algunos montados el mismo día del festival. Obras de más de 10 metros de altura que encierran mensajes sociales, medioambientales y religiosos.
El día se pasa rápido en Sumpango. Siempre hay algo que ver, como la cuadrilla de jóvenes que maneja varas de bambú y papel de china decorado para crear sus propios barriletes, mientras celulares y cámaras se activan para documentar el proceso.
Al filo de las cinco de la tarde, el sitio está más saturado y los jueces se preparan para declarar al ganador. Luego de ocho horas en el departamento de Sacatepequez volvimos a Ciudad de Guatemala en compañía de Anne, Alex y Pablo, pero muchos aún se sumaban a la exposición de arte popular.
Esta tradición me gusta mucho porque cada barrilete es un mensaje que llega hasta el cielo, un rito que tiene orígenes en la comunidad Cakchiquel.

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Según un reporte en Wikipedia en octubre de 1998 el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala declaró Patrimonio Cultural de Guatemala a la Feria de Barriletes Gigantes del Municipio de Sumpango. 



Próxima entrada: Bogotá.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que lindos recuerdos de ese día, siempre será bienvenido a este país José. Felicitaciones por las fotografías.