jueves, 5 de mayo de 2011

Un viaje en busca de Kukulkán

Kukulkán es un nombre sonoro que evoca a un trueno. Para alguien que lo escucha por primera vez quizá sea difícil imaginar qué representa, pero esa palabra resuena con autoridad. 

Kukulkán es la serpiente emplumada de los mayas, una de las deidades más representativas de esa cultura y un símbolo compartido por otras pueblos mesoamericanos. Es el Quetzalcoatl de los aztecas y Gucumatz de los maya-quichés. 

Su simbolismo aún impera en las viejas ciudades y es en Chichén-Itzá, un lugar sagrado para los mayas-yucatecos, donde la legendaria criatura aún recala año con año, bajando del cielo para fecundar la tierra el día del equinoccio. 

El Popol-Vuh la retrata como fuerza creadora, de hecho la describe en el momento de la creación. Sin duda buscarla tiene relevancia y no cuesta imaginarla sobre las galerías de árboles de la selva petenera, la misma donde por siglos estuvo escondida la legendaria Tikal, la ciudad de las voces.

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El universo maya es rico en historias y contrario a lo que se vende, no se trata de una cultura perdida. Sus ciudades son el recuerdo del poderío y avances que alcanzaron, pero sus descendientes aún viven amparados en el recuerdo de la grandeza de sus ancestros.

Algunos hablan su idioma -o una de sus variaciones-, se guían por sus costumbres o inconsientemente siguen con algunos de los ritos que se fundieron con la religión de los conquistadores. Los hombres del maíz siguen de cierta forma ligados a la cosmovisión de una cultura que no solo se plasmó en la monumentalidad de ciudades como Copán, Ceibal, Uxmal, Tulum, Palenque, Tazumal o Dos Pilas. Está presente en muchos detalles, en la cotidianeidad.

La llegada de 2012 ha hecho que el mundo se interese de nuevo en ellos. Las interpretaciones sobre su calendario, los ciclos y las percepciones que tenían de la vida misma están ahora en boga. Kukulkán vuela de nuevo.

Han pasado ya varias décadas desde que arqueólogos redescubrieran el legado y popularizaran sus interpretaciones sobre la forma en la que llevaban las cuentas de su tiempo. Su calendario, una verdadera obra de cálculo matemático, le da un gran sentido a una civilización que alcanzó un importante desarrollo por su detallada observación astronómica y que reclama un lugar alejado del barbarismo extremo.

Es en Joya de Cerén, El Salvador, la vida de los mayas toma un nuevo sentido. En el sitio arqueológico se congeló un día en la vida de los antiguos moradores de estas tierras. Es un espejo de la vida cotidiana.

Aves de corral (un pato), temascales, edificaciones, cultivos de maíz petrificados y utensilios con residuos de sus alimentos dan otro sentido a esta cultura y demuestra que muchas cosas se siguen haciendo como hace 1,400 años, en la época que la violenta erupción del volcán Ilopango sepultó a la aldea.

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-"¿Es su primera vez acá?"

-"Sí, es la primera vez. La vista es impresionante..."

-"Esta es la pirámide es el Templo del Jaguar, es una de las primeras que se estudió y una de las más fotografiadas..." La voz corresponde a uno de los guías en Tikal y la descripción se realiza frente a un importante centro ceremonial en medio de los templos del Jaguar y de las Máscaras, dos enormes moles que se yerguen imponentes en un claro de la selva.

Llueve. El guía advierte que el piso arcilloso está resbaloso y que quizá no podamos ver a algunos de los animales que moran en el recinto. Nos advierte de los monos que acechan a los turistas y mientras explica, uno de los excursionistas divisa a un zorro. 

Es curioso, el pequeño animal no parece para nada intimidado y comienza a subir por la escalinata principal del gran templo del Jaguar. Sigue hasta la cima y de forma muy ceremonial gira la cabeza y ve hacia el piso, como si de forma consiente viera al templo de las Máscaras.

Así es Tikal una metrópoli que por mucho tiempo estuvo cubierta por la densa selva que literalmente devoró a las construcciones en un proceso que se antoja lento pero que toma otro matiz al ver la lluvia y escuchar las gotas que se cuelan hasta el piso lleno de ojarasca.

-"It's beautiful", dice otra voz. Se trata de una turista inglesa. En su mano derecha sostiene una cámara digital y su dedo índice apenas descansa. El obturador se cierra una y otra vez y en cada cuadro se graba un detalle de la ciudad. La excursionista se detiene a ver a la pirámide del Jaguar, la misma donde hace un momento estaba el zorrito. Lo hace desde la concurrida tarima en el tempo de las Máscaras y en su rostro se dibuja una sonrisa. 

Tikal y Chichén-Itzá son por excelencia dos puertas al pasado maya. Tikal, en el corazón del Petén, es un sitio especial donde la vida toma un sentido distinto: monumentalidad. Es literamente un mundo aparte, es uno de los parques arqueológicos más grandes del continente americano con 60 kilómetros cuadrados y con muchos tesoros aún cubiertos por la densa vegetación.

Más al norte, en Yucatán, en Chichén-Itzá, Kukulkán prepara su regreso cada abril. La mítica figura es esperada por miles que acuden para ver su descenso al pie del centro principal.

Ataviados con ropa blanca miles y miles de turistas y creyentes se acomodan para ver la llegada del personaje legendario. La tradición dice que ese día la energía se concentra en el templo donde algunos incluso abren sus brazos al cielo.

El guía levanta sus manos y comienza a aplaudir. El eco de sus acción resuena en la explanada, al pie del templo. El eco recala en lo más alto de la pirámide. La repetición y el eco genera un sonido impresionante que emula al canto del quetzal, el ave de largo plumaje verde de las selvas mesoamericanas.

Es domingo y una tímida lluvia envuelve al parque arqueológico. La prensa mexicana, citando a los administradores del recinto, estiman que este año habrá más de 11,000 personas. Caminar por los senderos se hace difícil. Chinos, japoneses, europeos y decenas de personas caminan en las calles de la vieja ciudad.

A media tarde el remolino humano se centra a los pies del templo principal, a un lado del parque de pelota y más allá del domo de observación astronómico. Kukulkán se prepara para bajar lo hará gracias al ingenio de los mayas y de la misma geometría. La sombra del sol del equinoccio produce un efecto óptico y la serpiente toca tierra ante la mirada de la muchedumbre.

La búsqueda de Kukulkán termina aquí, en una de las tantas ciudades que los mayas dejaron para la posteridad. A las puertas de 2012 el legado de esta vieja cultura mesoamericana está más vivo, aunque duela ver que en muchas comunidades sus herederos, los hombres y mujeres del maíz, viven marginados a la espera de tiempos mejores.


La ceiba es un árbol sagrado para los mayas. Mientras su copa 
conecta con el cielo y sus raíces son el nexo con el inframundo, el
cual para efectos occidentales no es el infierno.

Según la tradición maya, los cenotes son la entrada al inframundo, al Xibalbá,
el reino de los nueve señores de la noche. Estas formaciones rocosas son
muy comunes en la península de Yucatán y son creadas por ríos
subterráneos.

El disco del Jaguar (Balam), en Museo de Antropología David J. Guzmán, brilla
sobre una cerámica que emula a las ceibas. El disco es una figura
relacionada con el sol, la tierra y el inframundo. 

En Joya de Cerén, El Salvador, la erupción de un megavolcán
sepultó a una comunidad maya y conservó su estilo de vida,
en esta fotografía se aprecia un temascal.

La erupción permitió que se congelara un día en la vida
de esta comunidad. Así se encontró este pato, el cual
estaba atado en el patio de una de las viviendas.

El maíz es básico en la dieta mesoamericana. Esta mazorca
se ha conservado por centurias tras la erupción del volcán más
grande del país, ahora conocido como Lago de Ilopango.

Tras levantar capas de ceniza se ha logrado dar con cercos y cultivos.
La vida de una comunidad maya. Sorprende que muchas cosas se
siguen haciendo de la misma forma.

El año pasado el Gobierno de El Salvador reinauguró el museo del sitio
arqueológico, el cual tiene la categoría de Patrimonio de la Humanidad.


Barro y varas de castilla. La construcción se rigió por principios
que también fueron usados en la construcción de obras más grandes.
Un diseño similar puede verse en Chichén-Itzá. 

En Yucatán, México, una joven muestra el estilo de vida de los mayas a
los turistas. La disposición de las chozas es fiel a lo que se
descubrió en Joya de Cerén, El Salvador. Algunas de las
comunidades mayas han logrado integrarse al turismo en
diferentes formas, otras en cambio son marginadas.

La península yucateca es un polo turístico y una vez fue la sede de
varias de las más importantes ciudades mayas. Ahora es un
destino frecuente para turistas que buscan respuestas en
las interpretaciones de su calendario.

En Tikal, Guatemala, la selva esconde uno de los sitios arqueológicos
más grandes del continente. La lluvia casi siempre interrumpe la
visita. El viaje siempre es fantástico.

Los templos del Jaguar y Las Máscaras están frente a frente. Mundo
Perdido es el nombre de la tercera de la imagen. La toma es desde el templo
IV conocido como el de la Serpiente Bicéfala, que tiene 64 metros de altura.

Otra vista de Mundo Perdido.

El templo del Jaguar. durante mi visita pude ver a un pequeño zorro subir
por la escalinata principal. su andar era rápido y no me dio tiempo de cambiar
por el telefoto. Puede fotografiarle a la distancia antes de que entrara
a la habitación que corona a la pirámide.

En Guatemala los colonizadores dividieron a las etnias y una forma
para poder identificarlos fue asignar un color para cada una.
Muchas comunidades aún siguen bajo ese patrón y están
integrados a la economía.



El templo de Las Máscaras está justo frente al de el Jaguar (Balam).
Es curioso, el cineasta George Lucas usó esta porción de la selva
petenera que dio vida a la base rebelde de la luna Yavín.

Al norte, en la riviera maya, los rastros de esta cultura
todavía están presentes en estelas o ciudades, una de las
más bellas es Tulum.

En Chichén-Itzá las esculturas y edificios cuentan con ricos detalles.
El trabajo es impresionante pues aunque fueron hechas con herramientas
rudimentarias lograron efectos colosales que perduran.

El templo de Kukulkán es algo parecido a un imán en abril. Miles y
miles de turistas visitan el sitio arqueológico para ver como los
ángulos de la pirámide y la lus del sol permiten que la serpiente
emplumada baje para fecundar la tierra.


Los sistemas constructivos de los mayas y casi todas las
culturas mesoamericanas se basó en la construcción o
superposición de pirámides.

Chichén-Itzá tiene unos de los juegos de pelota mejor conservados.
En el presente hay representaciones del mismo. El campo como los muros
cercanos tienen ricas inscripciones. En esta imagen un guerrero es
apalancado por las serpientes.

La muerte siempre tuvo un sitio muy especial entre los mayas, no
solo como rito ceremonial. El respeto a los muertos era distinto al
de la cultura occidental al grado que en los poblados se disponía
enterrar a los fallecidos dentro de las casas.

El observatorio Caracol. Los mayas conocían la duración exacta del ciclo solar anual y que lo medían en 365.24 días. El Observatorio de Chichen Itza o “El Caracol” fue dedicado al estudio de la astronomía y consiste en una torre erecta sobre dos plataformas rectangulares. El nombre de El Observatorio se deriva de la inusual escalera al interior que semeja una concha de caracol. Desde lo alto de la torre, estos sorprendentes astrónomos realizaron observaciones a simple vista de las estrellas y registraron sus movimientos

Una serpiente emplumada adorna una plataforma a varios metros del templo
principal de Chichén-Itzá, conocido también como El Castillo. La representación
deja claro que el sitio estaba dedicado a la deidad, aunque también puede verse
a otras deidades.

Quetzalcoatl de los aztecas.

NOTA: el texto anterior se basa en el viaje a los tres sitios y a la explicación de guías e historiadores, además de lectura de investigaciones hechas con relación a los mayas. Bienvenidos todos los comentarios.


Enlaces de interés:
http://es.wikipedia.org/wiki/Tikal
http://www.parque-tikal.com/
http://www.chichen.com.mx/historia/index.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Joya_de_Cer%C3%A9n
http://www.ciudadesmayas.com/ciudades-mayas-en-mexico/uxmal-en-yucatan.html
http://oncetv-ipn.net/sacbe/mundo/el_cosmos_maya/
http://www.mayas.uady.mx/articulos/deidadesprincipales.html
http://www.regiosfera.com/las-10-deidades-mayas/
http://www.revista.unam.mx/vol.5/num7/res/res2-1.htm

domingo, 1 de mayo de 2011

La maquina del tiempo

"iBienvenido a mi último experimento! ¡Este es el grande! ¡Esperé toda la vida este momento!"
Emmett L. Brown (Doc), en Volver al futuro (1985)


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Siempre me fascinaron las historias de viajes en el tiempo, retar a la física y convertirme en turista de otra época.
La idea de irrumpir en el viaje de la imparable flecha del tiempo no es simple, pero despierta mi imaginación. De ser una viable, abriría un universo de posibilidades que por ejemplo me tentarían a tratar de intervenir o cambiar algunos momentos o quizá con más romanticismo a revivir los que más amo. Ni se diga de tratar de visitar momentos clave de la historia.
La flecha viaja inagotablemente, disparada desde el inicio de los tiempos, dejándo una estela de recuerdos, tantos que la memoria de la humanidad no los abarca todos. Algunos se van, otros, los menos afortunados, se pierden en el mundo del olvido.
Es extraño como uno ve al pasado de diferentes formas: con nostalgia, amor, felicidad, tristeza o sufrimiento. No importa el matiz, sea como sea el pasado nos cautiva seamos o no consientes de ello. El futuro es una relación a partee siempre está ahí, casi en nuestras manos, aunque a veces por pereza o indiferencia vayamos hacia el por inercia.
Microsegundos, segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros, décadas, siglos... la cuentas no se detienen. Tenemos medidas para todo, aunque nuestra propia existencia no rebase, en promedio, una centuria.
Nuestra efímera existencia se impregna de pequeños recuerdos que se almacenan en nuestra memoria. Recordamos algunos, desechamos otros e idealizamos a miles.
En los últimos meses he pesando en serio en el pasado, en el pasado cercano, en momentos que ahora recuerdo con especial agrado y del que tengo registro. El ejercicio tiene su magia.
La idea de una máquina pareciera estar reservada para la ficción. No lo sé. Los libros, fotografías y periódicos son en parte instrumentos para irrumpir en el pasado. Aunque solo nos permiten ver y no alterar el tiempo. Del futuro, en teoría, somos consientes...
Comencé a escribir este post una tarde de abril, hace ya un par de semanas. Hoy es el primer día de mayo y faltarán solo 60 días para llegar al fin del primer semestre de 2011. El tiempo también vuela.

Máquinas y viajes desde una biblioteca
Sobre la máquina y los viajes en el tiempo hay mucha literatura, como La máquina del tiempo (1895) de H.G. Wells, además de películas es historias que como yo sueñan con esos saltos temporales.
Una de mis películas favoritas es Volver al futuro (1985), la del condensador del flujos y el DeLorean en Hill Valley, una aventura que por primera vez me puso a pensar en la línea del tiempo aunque también advertía sobre los desastrosos eventos de una "paradoja".
En mi tiempo de bachillerato pasé horas en este ejercicio. Todavía no tenía clara la idea de querer escribir para un periódico, pero me fascinaba visitar la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, la que sin quererlo se convirtió en mi máquina del tiempo.
Siempre me llamó la atención el viejo edificio decorado con baldozas de mármol. De hecho lo conocía  por dentro, de la época en la que fue la sede del Banco Hipotecario. Mi papá trabajó con el Gobierno y más de alguna vez pude entrar. Entonces no pasaba de los 10 años y las escaleras mecánicas (las primeras que vi en mi vida) despertaban mi curiosidad. ¿Cómo funcionaban?.
Pasó el tiempo y en plena década de 1990 las visitas a la Biblioteca se volvieron habituales. Caminaba desde la Corte de Cuentas hasta la Plaza Hula-Hula y desde ahí cruzaba por el Palacio Nacional hasta llegar al edificio, ubicado al frente de la Catedral.
La primera vez que decidí entrar lo hice con la idea fija de leer De la tierra a la luna (1865), de Julio Verne. Lo leí ahí completo. Luego la visita era por Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo.

Buscando 1977
Tengo varios años de no volver a la biblioteca, pero recuerdo cuando comencé a consultar la hemeroteca. En el sótano del edificio. Comencé con los diarios del día y luego solicitando colecciones enteras.
Esa zona era distinta no solo por estar en subsuelo, me parecía húmeda y un poco más alejado del ruido. Incluso un poco tenebrosa.
Viajé en el tiempo incluso a la fecha misma de mi nacimiento en 1977 y descubrí noticias que también incluían a mi familia de forma directa. Hacer ese viaje fue increíble.
El tiempo marcha inagotablemente. Tengo ya una década de trabajar como reportero y aunque no he sido riguroso en guardar mis escritos guardo varios.
La tecnología está dispuesta a ayudarme a perfeccionar mi técnica de regresiones. Tomo fotografías desde 2002, cuando compré mi primera cámara fotográfica de rollo, una Nikon EM (modelo de 1979). Ahora tengo un blog, puedo consultar los archivos en línea donde están algunos de mis textos y escribo en twitter o facebook según sea mi humor.
No sé si esos sean los mensajes en la botella que dejaré en el ciberespacio para lectores de otro tiempo, pero es claro que muchas cosas no están dichas. El futuro se sigue escribiendo y estoy seguro que por lo menos hasta ahora he vivido con ilusiones y en muchas cosas he dejado mi corazón, he conocido a grandes personas de las que aprendo día a día. Gracias a Dios por ello.

"Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos"


"La Historia no es mecánica porque los hombres son libres para transformarla" 
Ernesto Sabato




PD. En este post preferí no colgar fotos. Espero que a más de alguno de los visitantes esta entrada les haga recordar algo especial y quizá luchar por algo (o alguien) con quien quisieran compartir la vida y formar un futuro. La vida no está escrita.


NOTA: Esta noche publicaré una nueva entrada con fotografías del mundo Maya.